Ayer después de la iglesia regresé a casa con nada más en la cabeza que Real Madrid-Barcelona. No tardé en preparar el sofá para encender el televisor antes de las 15:00, después de ver tanto fútbol (tal vez la Premier, Calcio o cualquier otra liga) sabía que terminaría absorto y complacido como las otras 14,1 millones de personas que verían el clásico. Arrancó el partido con esa sensación de cuando vas a recibir un regalo o esperas una grata noticia, es que ver uno de estos es como un premio. Según yo, el Madrid revelaría su ventaja en liga y su seguidilla de partidos sin perder en el año contra el rival de turno, el Barcelona de Messi, resalto "de Messi"; probablemente y como siempre iba a ser reñido y atractivo desde el comienzo, es que están los mejores jugadores del mundo ahí, de arco a área, sin duda. Llegó el minuto 6, tan pronto como una genialidad del mediocampo del equipo del "Tata", gol de Iniesta de zurda, enmudeciendo el Bernabéu; lo que más pronto pensé es que se venía el apagón, el bajón, la tragedia para el local. Para quién no fue tragedia fue para nosotros, sin ninguna duda, ese gol hizo que ese resentimiento y quizás déficit durante los últimos años en clásicos para el Madrid sujeten una revancha en mente del equipo de Ancellotti, de hecho, uno de los que hace poco fue resistido y no quien es la figura del Madrid, Ángel di María inicie su mejor partido de la temporada. En el minuto 20 y 23 desparramó velocidad y regate poniéndole 2 centros al cuerpo a Benzema, literalmente al cuerpo, medido con regla, y el francés hizo lo que su contrato solicita: hacer los goles de "9". Remontó el Madrid, pero no tan pronto como lo cuento, fue un juego dinámico, explosivo, el mejor inicio de clásico en meses. Minuto 41', rebotera en área de López, por ahí andaba el degenerado, el que en cada clásico firma un récord, que irónicamente, rompe a sí mismo, Messi; en tan poco espacio y con 3 blancos adelante anota fijándose en un hueco que el 1,96m de Diego no llegue. 2-2 al final del primer tiempo, a la vez que le daba gracias a Dios por dejarme ver el partido le pedí que nos regale un segundo tiempo al menos un 50% parecido al primero. Se jugó a mil por hora, más explosivo aún, llegó la hora de un amague de Cristiano, lo tocan a centímetros del área pero Mallenco vio penal, 3-2 de Ronaldo. 10 minutos después Neymar se inventa una caída en área rival, Ramos involucrado, Undiano lo expulsa y 3-3, otra vez Messi. La historia cambió determinantemente, el Madrid juega sin pelota, el Barca se luce con ella, uno menos hizo que todo cayera en beneficio del visitante. En 84' Iniesta ingresa a área, Alonso hace una marca exhaustiva, con contacto, Mallenco vio penal, y Lionel toma la pelota para poner el 3-4. Empezó a no importarme si Undiano Mallenco se inventó 3 penales, probablemente sean muchos o pocos los que estén en conflicto con mi opinión, al fin y al cabo en este maravilloso juego nadie tiene la razón, ayer vi uno de los mejores partidos de mi vida, si tan sólo 7 goles hacen que un encuentro sea atractivo, ver que lo hicieron en un clásico, con los mejores del mundo opaca cualquier molestia con el señor del silbato. Hice este escrito algo histórico más que analítico, es que seguramente, uno de los próximos días veré lo que escribí hoy y recordaré sonriendo que me enamoré de 90 minutos de entrega y buen fútbol, es que, por partidos como este ningún deporte podrá destronar al fútbol como el rey.
Si lo llamé el clásico de ayer para siempre, ya saben por qué es, para la estadística fue un partido más, para los récords hubo nuevos dueños, pero para la historia fue un pedazo de imágenes imborrables. Escribí demasiado, lo sé, y ya me estoy emocionando porque en unos días se viene la final de la Copa del Rey, otro clásico, otro día imborrable, otro partido del que espero tan sólo la mitad, que es demasiado, del partido de ayer.